En
lo que antaño fue la ciudad de Barcino se pueden degustar
actualmente auténticos platos de inspiración romana cualquier día
de la semana y en cualquier momento del año. Y ustedes, mis ávidos
y glotones lectores, se preguntarán ¿dónde? Bien, les contaré que
el restaurante Dos pebrots (C. Doctor Dou 19), abierto desde hace
unos dos meses, se dedica a ofrecer platos con un fuerte sabor
histórico. Y no solo se trata de platos romanos, por supuesto que
no, podemos encontrar preparaciones marcadas por diferentes momentos
álgidos de la cocina catalana y mediterránea, como determinado
fricandó de rodaballo que aparece en el recetario de 1835
La
cuinera catalana,
el salpicón de vaca extraído directamente del Siglo de Oro, o bien
otros de la cocina medieval o árabe.
Pero,
a lo que vamos nosotros, los platos romanos del Dos pebrots están
totalmente inspirados por las técnicas, los ingredientes y, lo más
importante, el espíritu de la gastronomía de la antigua Roma.
¿Por
qué se dedican a esto? El equipo del restaurante, capitaneados por
el chef Albert Raurich, llevan ya mucho tiempo haciendo investigación
para el proyecto de la Bullipedia de nuestro Apicio actual, Ferran
Adrià, por lo que el conocimiento adquirido sobre recetas históricas
procede directamente de las fuentes documentales, del estudio
exhaustivo y sistemático de recetarios, legajos, mamotretos y otros
libracos por el estilo. Tanta investigación ha dado su fruto:
querían hacer un nuevo restaurante y qué mejor para ello que uno en
el que se fomente la gastronomía mediterránea, pero desde una
faceta histórica.
Así
que todos los que tenemos debilidad por estos dos temas, la
gastronomía y la historia, nos podemos considerar afortunados: no
pueden ustedes faltar a su cita en Dos pebrots.
Pero
vuelvo al tema romano. Puestos a comparar, este local sería una
caupona
con
nivel, a la que solo le falta el triclinio. Si además uno va a
comer, es decir, a las 14 horas, ya está cumpliendo con el horario
romano de la cena. Entre las raciones o tapas romanas que se ofrecen,
y que huelga decir que me he zampado varias veces, se encuentran las
que comentaré seguidamente, a las que quiero presentar con formato
de menú:
gustatio
(entrantes y entremeses)
Cebolla
negra
Consiste
en una cebolla escalivada, es decir, hecha al fuego, y aliñada con
garum. Plato sencillo y delicioso.
Puerros
ancestrales
En
realidad es un plato, según nos dicen, “procedente del antiguo
Egipto”, y por tanto lo incluimos porque al fin y al cabo los
romanos disfrutaban incluyendo en sus menús platos e ingredientes de
todo el mundo conquistado. Consiste en unos puerros asados aliñados
con cerveza y vinagre. Sorprendentes.
Pencas
con jamón
Este
plato se inspira en el Satiricón, la novela atribuida a Petronio,
donde se hace referencia a las acelgas como uno de los alimentos que
se consumían en los banquetes funerarios, junto con pan integral y
embutidos de cerdo. En efecto, nueve días después de un funeral, la
familia y los amigos del difunto se juntaban en la sepultura de éste
para celebrar un banquete en su honor. Esta ceremonia, conocida como
cena
novendialis,
suponía una purificación de la familia del muerto y el fin del
período de duelo. En el Satiricón leemos: “empezamos
por un cerdo coronado con salchichas; a su alrededor había morcillas
y además butifarras, y también mollejas muy bien preparadas;
todavía había alrededor acelgas
y
pan casero, de harina integral”
(Satyr.
66).
Si
bien las pencas de acelgas que nos sirven no están acompañadas
propiamente de embutidos, en cambio lo están de un caldito de jamón
altamente sabroso que no desmerece en absoluto, al contrario.
prima
mensa (carnes y pescados)
Tortilla
de ostras
Viéndonos
tan interesados en la degustación en clave de convivium
romano,
nos ofrecen una tortilla de ostras que ni siquiera está en la carta.
La realización de la tortilla viene a cargo del mismísimo jefe de
cocina, que nos explica personalmente la composición de cada paso.
Tenían miedo de destrozar las ostras cocinándolas, nos explica,
pero han querido seguir los pasos de Apicio. Las ostras fueron un
alimento muy apreciado en la antigua Roma y parece que las de Barcino
eran bastante famosas, siendo ya citadas por el geógrafo Estrabón
en el siglo I aC, o por el poeta Ausonio, a finales del Imperio,
cuando menciona a “Barcino,
cerca de un mar rico en ostras”
(XXIII,
87-89).
Pese
a que en el recetario de Apicio no hay ninguna receta de “tortilla
de ostras”, sí se han inspirado en este recetario. En el libro IX,
dedicado a los pescados, hay una receta llamada “Salsa
para las ostras”,
que consiste en “pimienta,
ligústico, yema de huevo, vinagre, garum, aceite y vino. Si se
quiere, añadir miel”
(IX,
6,1). La que nos preparan, además de la mezcla de huevo y ostras
lleva garum -lo hacen ellos personalmente- y pamplinas, puesto que el
ligústico tiene un sabor demasiado fuerte y estropea el plato, según
nuestros paladares.
Tortilla
unilateral de piñones
Los
romanos eran grandes consumidores de huevos. Los utilizaban para
amalgamar platos, además de comerlos cocidos, fritos, revueltos… y
sí, son más propios de los aperitivos que de la prima mensa. Nos
dicen que esta elaboración aparece, de nuevo, en el recetario de
Apicio. En efecto, en el libro VII, en el apartado dedicado a los
huevos, leemos: “Para
los huevos revueltos: pimienta, ligústico y piñones. Rociar con
miel, vinagre, garum y amalgamar”
(VII,
17,3). De nuevo, pamplinas en lugar de ligústico. Por lo demás, la
tortilla lleva exactamente los ingredientes apicianos y debo decir
que está espectacular.
Tetas
de cerda ibérica Maldonado
Sorprendente
y delicioso por igual, para mí es el plato estrella de la carta del
Dos pebrots. Consiste en cuatro tetas o ubres de cerda confitadas que
se sirven junto con un caldo de jamón ibérico Maldonado. Un plato
espectacular por su sabor y por su sorprendente presentación. Nada
mejor para un convivium
que
un plato de ubres, en latín sumina,
uno de esos ingredientes que representan por sí solos el espíritu
de la gastronomía romana.
secunda
mensa (postres)
Flan
de pimienta
De
nuevo se han inspirado en Apicio, en cuyo libro se halla una receta
de flan o Tyropatinam
(VII,
11,7), que lleva miel y pimienta en su composición. En este caso,
han incorporado leche, miel y pimienta rosa, pero, oh misterio, el
flan no lleva huevo.
Postre
romano
Acabamos
la degustación con una interpretación libre de un postre romano,
hecho a base de crema helada, higos y frutos secos. Delicioso.
No
queda más que decir. El convivium
ha
acabado y nos quedamos con ganas de más. Volveremos para viajar en
el tiempo hacia otras épocas y otros sabores.
Prosit!
Imágenes: @Abemvs_incena
Imágenes: @Abemvs_incena
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