Como
viene siendo una tradición, el pasado fin de semana estuvimos
presentes en el taller que el grupo Kuanum!, especializados en
arqueogastronomía, presenta dentro del festival Tarraco viva. En la
presente ocasión el taller estaba dedicado a Egipto y sus relaciones
con Roma, como todo el festival, y tenía el sugerente título de A
pvltes vsque ad lotum, es decir, de las gachas al loto.
En
pleno Campo de Marte, nos presentan un repertorio de alimentos dignos
de un banquete egipcio, y que estarán presentes después en el
taller y en la degustación.
Uno
de esos alimentos que los antiguos egipcios consumían hace unos
3.500 años es la botarga, es decir, las huevas de mújol,
saladas y secas. Lo mismo pasa con el propio pescado, que
asaban o secaban y lo conservaban en salazón. Nos presentan también
los huevos y la lechuga, que los egipcios curiosamente
consideraban como un potente afrodisíaco.
Nos hablan de los
distintos tipos de cereal, como la espelta o la cebada, que
tienen un gran protagonismo no sólo en la confección del pan, sino
también en la de la cerveza, alimento básico para todas las clases
sociales. Vemos también frutos secos: dátiles, higos,
algarrobas, uvas pasas... que constituían un alimento de lujo
reservado a las élites. Vemos también las chufas, que
tendrán un protagonismo especial en el taller. Por último nos
presentan un tubérculo acuático, la raíz de loto,
ligeramente dulce y que se puede comer hervida, asada o frita. Ya
sólo nos queda asistir al banquete debidamente perfumados, para ello
podríamos recurrir a los conos de grasa y cera que los egipcios
llevaban sobre la cabeza, impregnados en perfume, mirra por ejemplo,
y que se iban derritiendo sobre el cuerpo y la ropa al exponerse a la
temperatura corporal. O, mejor no.
En
el taller una parte de los participantes realizó un pan amasado con
higos. Nosotros realizamos unas curiosas galletas de chufa llamadas
galletas shayt cuya receta se ha tenido que reconstruir a
través de las pinturas de la tumba del visir Rekhmire y a través de
los papiros médicos, como el papiro Ebers, que ofrece información
precisa sobre estas galletas, pues están prescritas para curar la
tos.
La
receta lleva los siguientes ingredientes: harina de chufas, dátiles
deshuesados, agua, miel y aceite de oliva. Hay que empezar cortando
muy finos los dátiles, mezclarlos con la harina e ir amasando. Habrá
que añadir el agua, después la miel y finalmente el aceite. Cuando
ya no se enganche hay que darles una curiosa forma triangular, que es
la que aparece en la representación gráfica que constituye la
fuente de información. Posteriormente se fríen.
La
desgustación se componía de varios platos. El primero consiste en
unas gachas de habas, harináceas y gustosas; el segundo es una
especie de salsa hecha con la botarga mezclada con aceite, de sabor
bastante fuerte y que se acompaña con el pan. El tercero es la raíz
de loto (¿o es colocasia?) frita, como si fueran patatas. De postre,
las galletitias shayt. Para beber, vino tipo mulsum, una
bebida reservada a los ricos.
El
brindis lo hacemos utilizando las palabras del poeta Marcial (X,23):
"hoc
est vivere bis, vita posse priore frui"
es
decir, "poder disfrutar con el recuerdo de la vida pasada es
vivir dos veces".
Así
que vivamos con intensidad nuestro presente, porque eso nos hará
vivir dos veces.
Prosit!
Imágenes: @Abemvs_incena
Imágenes: @Abemvs_incena
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