Como cada año, el grupo Kuanum!, dedicado a la arqueogastronomía y a
la difusión del patrimonio a través de los cinco sentidos, presenta un nuevo
taller dentro del festival Tarraco Viva. En esta ocasión se trata de Los
fogones de Ateneo. El banquete de los eruditos.
En pleno Campo de Marte, explican al público que Ateneo de Náucratis, un
escritor griego que vivió en el siglo III dC, escribió una colección de
diálogos recopilada bajo el nombre de Deipnosofistas o El
banquete de los eruditos, donde se nos presenta un banquete, o mejor
dicho, un simposio, en el que los eruditos hablan sobre filosofía, literatura o
medicina, pero también comen y beben en abundancia. Por lo que respecta a la
parte gastronómica, la obra es interesante por presentar un banquete en todos
sus pasos, además de mencionar muchos platos de los que, sin embargo, no nos dice
la receta.
El taller consistía en elaborar tres recetas. La primera de ellas consistía
en un pan ácimo. Para ello hace falta harina, sal, manteca de cerdo,
algo de vino blanco y algo de aceite. Se amasa, se da forma, se espolvorean
sobre la masa semillas de amapola o sésamo y se hornea.
La segunda receta era el Catillus ornatus, es decir, un plato
de pasta verde con lechuga. Sí, pasta, porque… ¿quién dice que los romanos no
conocían la pasta? Para elaborarla se necesita lechuga verde, harina, vino
blanco, manteca de cerdo, sal y pimienta. La elaboración es bastante fácil. Se
debe mezclar la manteca de cerdo, el jugo de las hojas verdes de lechuga (que
previamente habremos machacado con el mortero), la harina, el vino blanco y la
sal, y amasar hasta que quede una pasta con cierto color verde. Después se
estira la masa (lo ideal es dejarla reposar primero una hora) y se cortan unas tiras a las que se dan
forma, de lazo, en este caso. Finalmente, se fríen en aceite de oliva bien
caliente.
La tercera receta era la Hypotrimma, una crema de queso tipo
requesón muy condimentada con apio, menta, piñones, pasas, dátiles, miel, vinagre,
garum y vino dulce, todo machacado y mezclado con un instrumento imprescindible
en las cocinas romanas, el mortero.
Para estar a la altura de un banquete griego, y mientras los platos
terminan de hacerse en los fogones, se propone a los comensales jugar al juego
del cótabo. Para ello se hace imprescindible usar la kílix, la copa
en la que bebían durante los banquetes. El juego consiste en lanzar una pequeña
cantidad de líquido –en realidad debería ser vino, pero en el taller fue agua-
en un punto fijo, que en este caso fue la crátera, el recipiente que
servía para mezclar el vino con el agua.
Aquí dejamos un vídeo resumen del taller, juego del cótabo incluido:
Finalmente, se nos sirve el banquete. El brindis lo hacemos con unas
palabras en griego: Οσον ζής φαίνου, mientras
vivas, resplandece!
Prosit!
Imágenes: @Abemvs_incena
Imágenes: @Abemvs_incena
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