Hace
unos días, dentro del festival Tarraco viva, pudimos disfrutar de un
taller-degustación sobre uno de los productos básicos de la dieta
de los antiguos egipcios: la cerveza. Tal como reza el nombre,
la cerveza resultaba un producto fundamental para alimentar a toda la
población egipcia, y no sólo egipcia, ya que fue un producto
omnipresente en todas las culturas antiguas, por más que la
superioridad cultural de griegos y romanos haya impuesto la idea de
que el vino era la bebida por antonomasia.
De
la mano de la enóloga Pilar López, nos adentramos en la
historia de este producto básico, desde su origen en Mesopotamia
hasta la misma Roma donde sí, se bebía cerveza, y pasando por
Egipto, al que está dedicada la edición del festival de este año.
Nos
explican primero que la cerveza tiene su origen entre los pueblos
sumerios, donde la preparaban las mujeres con trigo y
cebada y estaba ligada a la diosa Ninkasi. La cerveza aparece en la
Epopeya de Gilgamesh, donde se menciona como bebida
fermentada de cebada. Esta cerveza no era como la que nosotros
conocemos; era mucho más densa, casi como un caldo con tropezones.
La hacían a partir de panecillos fermentados, así que de líquida
tenía poco. De hecho, la bebían con una pajita larga para evitar
toda suerte de impurezas. También tenía menos alcohol. Eso sí,
siempre era más higiénica que el agua de los pozos.
En
Egipto no solo es un alimento, es también un producto con
propiedades medicinales, por ejemplo para el aparato digestivo, las
inflamaciones y las picaduras ponzoñosas, como las de serpiente o
escorpión. La cerveza, cuyo nombre egipcio es hnkt, que debía
pronunciarse algo así como "heneket", se hacía de cebada
y escanda (farro) y, como pasaba en Mesopotamia, la hacían también
las mujeres en casa. Sin embargo, en Egipto se inicia ya una
industria y existen fábricas, como la de Hierakonpolis o la de
Abidos. Estas cervecerías son también panaderías que malteaban el
cereal poniendo los panes fermentados en remojo, a los que podían
añadir aditivos, es decir, azúcares que ayudasen a la fermentación
espontánea, como los dátiles. La cerveza, asociada al dios de la
eternidad Ra y a los dioses relacionados con el ciclo de la
agricultura y con la muerte y la resurrección, como Osiris o la
diosa madre Hathor, servía también como ofrenda a todos los dioses.
Era tan importante que estaba gravada con impuestos y la consumían
todas las clases sociales, a diferencia del vino, que era solo una
bebida para las clases privilegiadas. "Dame algo de cerveza,
que estoy hambriento" son las palabras que se ponen en boca
de un niño en una representación de una tumba, y es que era un
alimento para todas las edades, con poco alcohol y sí, textura de
sopita.
Columela,
el agrónomo romano que vivió en el siglo I dC, nos habla en su obra
De re rustica de una cerveza egipcia de importación,
la llamada cerveza de Pelusio, una ciudad situada en el delta
del Nilo, dedicada casi por completo a la industria de la cerveza.
Columela nos habla de la "fórmula": "siémbrese
chirivía, y la simiente de Asiria, fértil madre de raíces que en
rodajas partiéndolas se comen juntas con altramuces remojados; cuya
mixtura excita el apetito a beber la cerveza de Pelusio"
(RR, X). Y esto nos da una pista de los diferentes aditivos que se
añadían a la cerveza: chirivía, dátiles, altramuces,
mandrágora...
Entre
griegos y romanos la cerveza no gozaba precisamente de una buena
reputación. Para ellos, la bebida de mayor dignidad era siempre el
vino, aunque fuera vino de mala calidad. Cuestiones de etnocentrismo
justifican que considerasen su bebida como la buena,
mientras que la cerveza, que la bebían todos los
demás, era la mala. Como somos herederos de la cultura clásica,
hemos heredado también el prestigio del vino y la consideración de
la cerveza como bebida "de segunda categoría".
Sin
embargo, en la época romana casi seguro que el pueblo llano romano
bebía cerveza, aunque las fuentes escritas no lo recojan, así como
los soldados en contacto con todos los pueblos "bárbaros",
los cuales también tenían cerveza. Se tiene constancia de
diferentes tipos de cerveza: la Camun, hecha en
Germania con cebada; la Korma, en la Galia; las Caelia
y Cerea, procedentes de Hispania y hechas con trigo; la
Sabaia, de Iliria, Panonia y Dalmacia, propia de
bebedores pendencieros; la Briton de los tracios y los
frigios; la Parabie de los peonios; la Cerevisia
céltica y la Zythum egipcia, de cebada y trigo.
Tras
las explicaciones, el taller constaba de dos degustaciones de
cervezas elaboradas según la inspiración egipcia (afortunadamente
en estado líquido). La primera de ellas está hecha por una empresa
italiana y se llama Nora. Aromática y dulzona, lleva en su
composición, además de la malta de cebada y de trigo, el cereal y
el lúpulo, jengibre, corteza de naranja, mirra y dátil.
La
segunda cerveza está hecha por el cervecero de Badalona (y
respaldada por el Museo de Badalona) David Moya, propietario de la
Cerveseria 4 pedres, y se llama Zythi. Aún más aromática
que la anterior, con sabores muy marcados, se inspira en la cerveza
de Pelusio que menciona Columela. Lleva altramuces, chirivía,
dátiles, canela y azafrán. Dulce, ácida y con un punto picante.
Una
charla interesante y amena, que nos deja a todos con muy buen sabor
de boca.
Imágenes: @Abemvs_incena
Imágenes: @Abemvs_incena
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