sábado, 9 de octubre de 2021

PRIAPUS SILIGINEUS. PASTELITOS PARA PROPICIAR LA FECUNDIDAD


En el mundo romano era muy común el consumo de pasteles con forma de órganos sexuales, tanto masculinos como femeninos. Estos pasteles figurativos se asocian con la idea de fecundidad: protegen contra la infertilidad -humana y de la tierra- y como consecuencia son también símbolos de prosperidad y bonanza. Son casi un amuleto de buena suerte. 



Aunque debieron ser muy comunes, su presencia en los textos clásicos es más bien escasa. Por una parte tenemos dos epigramas de Marcial. En uno de ellos menciona un pastel con forma de vulva, que alimenta -simbólicamente- la verga (con perdón) de un tal Lupo:


“Engorda la puñetera (se refiere a la verga) en coños de harina candeal; pan de harina negra a tu convidado alimenta” (Mart. IX,2)


Es decir, Lupo es uno de esos patronos que hace distinciones entre sus convidados: los clientes reciben un panis cibarius, reconocible por su color negro (convivam pascit nigra farina tuum), mientras que él y su amante se zampan un pastel de harina candeal (illa siligineis pinguescit adultera cunnis). Lo curioso de ese pastel es su forma: (cunnis).


El otro epigrama de Marcial se incluye dentro del libro XIV, el dedicado a los Apophoreta o regalos para hacer durante las fiestas Saturnales. El epigrama tiene un título muy sugerente: Priapus siligineus


“Príapo candeal. Si quieres quedar saciado, puedes comerte a mi Príapo; si roes sus mismas partes, seguirás siendo puro” (Mart. XIV,70)


El autor hace referencia al hecho de que este “Príapo” sí se puede comer, pues es solo un pastel, y por tanto no es un acto impuro, como sí lo sería la auténtica felación. Esta referencia, y el hecho de ser llamado “Príapo” nos indican sin ningún género de duda la forma que debía tener: un falo enorme y erecto

Por otra parte, y tal como pasaba en el epigrama anterior, se indica que está hecho de harina de trigo candeal o de grano duro (siligineus), que se consideraba de calidad superior y era la que se utilizaba, según Plinio el Viejo, para los productos de panadería más apreciados (XVIII,86). De hecho, estos pasteles con formas sexuales los elaboraba el pistor dulciarius, un tipo de panadero (pistor) especializado en elaboraciones dulces (nuestros pasteleros). 


© Federico Fellini. Satyricon

Además de Marcial, tenemos la presencia de otro Príapo en la famosa cena de Trimalción narrada por Petronio. Tras los platos principales, y después de dejar boquiabiertos a los invitados con un espectacular descenso de coronas de oro y frascos de perfume desde el techo, hacen su aparición los postres:


“Ya estaba servida una bandeja con varias tartas. Ocupaba el centro un Príapo de pastelería que en su regazo, de considerables dimensiones, sostenía, como es habitual, frutas y uvas de todas clases” (Sat.60,4).


Este Príapo de pastelería (Priapus a pistore factus) está elaborado según la imagen que tradicionalmente se atribuye a este dios, es decir, un ser con unos genitales extremadamente grandes que sostiene en su regazo todo tipo de frutas. Príapo es un dios menor de carácter agrario propiciador de la abundancia y de la fertilidad, de ahí esos atributos. A menudo en Roma se colocaban estatuas de Príapo en los jardines, y su función era garantizar las cosechas, evitar que entrasen ladrones y alejar el mal de ojo. 


Estatua de mármol de Príapo,
período romano, imperial,
170-240 d.C., Museo de
Bellas Artes de Boston.

Además, Trimalción lo presenta en el banquete dentro de una esfera de sacralidad. Las frutas y los pasteles han sido impregnados de agua de azafrán, que se utilizaba para perfumar los objetos de las ceremonias religiosas, y el narrador nos explica que los comensales perciben este plato, presentado con solemnidad religiosa, como algo sagrado. Este hecho se acentúa por venir acompañado de una ceremonia propiciatoria con las estatuas de los Lares y el busto de Trimalción como protagonistas. ¿Por qué tanta sacralidad? Pues porque Trimalción es un liberto que ha conseguido hacerse rico y prosperar en la sociedad romana y por ello considera que debe mantener contentos a los dioses. Practica todo tipo de rituales en los que se mezclan religión y superstición, y siempre con la misma intención: alejar la mala suerte y atraerse el favor de los dioses. 

Así pues, la presencia de estos “Príapos de pastelería” en fiestas y convites se relaciona más con la esfera sagrada que con la pornográfica. Es una forma de celebrar la vida y favorecer la buena suerte. 


Pastel de Príapo. Versión propia. Foto: @Abemvs_incena


En el mundo griego estos pasteles con formas de órganos sexuales eran también bastante comunes, y generalmente estaban asociados a las fiestas religiosas.

Por ejemplo, aparecen en las Haloas, un festival relacionado con el ciclo de las cosechas que se celebraba sobre todo en Atenas y Eleusis. En él eran comunes las ofrendas a base de panes o pasteles horneados con forma de vulva o de falo, que se dedicaban a Deméter -diosa madre protectora de los frutos de la tierra-, Dionisos -dios del vino y la fertilidad, identificado a menudo con Príapo-  y Poseidón -dios que fertiliza la Tierra-. Este festival se celebraba justo después de la vendimia y tenía un marcado carácter agrario. Lo cual quiere decir que se celebraba la fertilidad. Y nos podemos imaginar cómo acabarían estas fiestas entre lo sugerente de las ofrendas, la práctica del culto al vino, las risotadas, los comentarios picantes... todo un detonante para el sexo y la fertilidad. 


Museo Británico. Pelike que muestra a una mujer rociando cuatro falos. Representación de las Haloas o de las Tesmoforias.



Las Tesmoforias eran otro festival de origen agrario en el que cobran protagonismo Deméter y su hija Perséfone. De nuevo la diosa vela por la fecundidad de campos y mujeres, y por eso estas festividades eran exclusivamente femeninas. Las ofrendas con formas de órganos sexuales aparecen en las diferentes fases de las Tesmoforias, según  nos cuentan los  testimonios escritos. En Sicilia, por ejemplo, se repartían  unos pastelillos hechos de harina, miel y sésamo que tenían justamente una curiosa forma de pubis femenino. Se llamaban mylloí (μύλλοι) y sabemos de su existencia por las palabras de Heráclides de Siracusa (Ath.XIV 646f). Otras veces, estos panes o dulces con formas sexuales se separan de la función meramente religiosa, como sucede con los kríbana, un tipo de pasteles moldeados con forma de pecho, tal como leemos en Ateneo (III,115A).


Deméter


Así que, ya saben, la próxima vez que pasen junto a una de esas pastelerías de moda que venden gofres con formas eróticas, déjense inspirar por Príapo y Deméter y revivan una tradición milenaria. 


Prosit!





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