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La posca era una bebida muy popular en los tiempos de Roma. Barata, refrescante y relativamente saludable, era consumida por la plebe y la soldadesca. Consistía en una mezcla de agua y acetum, es decir, vino malo o incluso vinagre. Cuando el vino empezaba a picarse, en su camino hacia la fermentación del alcohol etílico en ácido acético, ya se consideraba vino de mala calidad, aunque apto para hacer posca. Así, bajo el nombre “acetum” uno se puede encontrar desde el vino que empezaba a ponerse acre hasta el propio vinagre, pasando por todas las categorías de vinacho peleón, que en Roma debían de ser muchas. Con este acetum mezclado con agua se hacía la posca.
Como bebida barata que era, de calidad dudosa, era consumida por las clases más populares, porque al menos podía dejar cierto regusto a vino. Con ese valor de bebida pobretona aparece en diferentes textos. Leemos en Plauto: “No está mal la cosa: unos hartos de vino, y otros… a beber agua con vinagre” (alii poscam potitant) (Plaut. Mil. 836). Y también: “Por un regalo tan insignificante, un par de berzas y de comestibles y bebidas de mala muerte (escarum et poscarum), ¿das tus favores a un amante tan relamido?” (Plaut. Truc. 609-610).
Hablando de los peligros de la noche, Juvenal comenta una escena en la que unos perdularios interrogan al narrador, que es pobre como una rata: “¿De dónde vienes? -te grita- ¿Dónde te has hartado de tintorro (cuius aceto) y de habas? ¿Qué zapatero ha comido contigo puerros partidos y morros de cordero cocido?” (Iuv. III,292-293)
Que se vendía en puestos de mala muerte, quizá ambulantes, también aparece en los textos. Suetonio nos menciona un amante del emperador Vitelio, el liberto Asiático, quien, tras abandonar al emperador, fue hallado por este en Puzzola, “donde vendía vino malo” (poscam vendentem) (Suet. Vitel.12).
Pero no solo las clases populares beben “acetum”. Es también la bebida de los avaros y los miserables, aunque sean ricos: “si, mientras tiene guardados en casa mil jarros de vino de Quíos y de añejo falerno -y eso no es nada, pongamos trescientos mil-, bebe acre vinagre (acre potet acetum)” (Hor. Serm II,3,116).
La posca era la bebida oficial de los legionarios en campaña, pues tenía mucho menos alcohol que el vino y además cumplía con una importante función antiséptica: eliminaba los gérmenes del agua y prevenía la disentería. Junto al cereal en forma de galleta (buccellatum), la grasa de la carne de cerdo salada (laridum) y la proteína del queso (caseus), el acetum es uno de los ingredientes principales de la dieta del soldado en campaña. Así aparecen mencionados en numerosos textos, como en la biografía del emperador Adriano quien, dando ejemplo de vida militar, comía lo mismo que sus tropas: “comiendo con placer el rancho castrense delante de todos, es decir, tocino, queso y agua mezclada con vinagre (larido, caseo et posca)” (Elio Esp. Adr.10). También Catón el Censor “en las campañas bebía agua, excepto, cuando por estar muy sediento, pedía vinagre, o, al fallarle las fuerzas, tomaba un poco de vino flojo” (Plut. Cat. 1). Y en la biografía del usurpador Pescenio Niger, leemos que “ordenó que los soldados no bebieran vino en campaña, sino que todos se contentaran con vinagre” (Elio Esp. Pesc.10).
Foto: @Abemvs_incena (Magna Celebratio 2017) |
Por supuesto, es la bebida que un legionario piadoso le proporciona a Jesús cuando este dice tener sed: “Y enseguida, uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofreció de beber” (Mateo 27,48).
El consumo de vino y de alimentos más “refinados” se asociaba a la falta de disciplina y a fracaso militar: “Prohibió también que los soldados llevaran en campaña otras provisiones que no fueran tocino, bizcochos y vinagre (laridum ac buccellatum atque acetum) y, si descubría algún otro alimento, castigaba este lujo con una pena severa” (Gall.Avidio Casio,5).
Por otra parte, la importancia del vinagre para la supervivencia de las tropas se hace patente también en algunos textos. Vegecio en su Compendio de técnica militar, dice que “la escasez de grano, de vinagre o vino y de sal debe ser prevenida en cualquier estación” (Veg. 3,3,10). Y Apiano de Alejandría menciona en su Historia sobre la conquista de Hispania que los legionarios “no tenían vino, sal, vinagre, ni aceite”, motivo por el que tenían que comer la comida del país (básicamente venado y liebre cocida y sin sal) y “enfermaban del vientre y muchos incluso morían” (Ap. Iberia,54).
La posca tenía también usos culinarios, ya que está compuesta de vinagre, que era uno de los condimentos más apreciados y utilizados. El recetario de Apicio menciona dos recetas de Sala cattabia en las que se nombra la posca (Apicio IV,1). La Sala cattabia es una receta popular y fácil de hacer que consiste en un plato frío de queso, verduras, especias y pan remojado previamente en posca.
Receta de posca
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De la posca no ha sobrevivido ninguna receta. La podemos imaginar en proporción variable de agua y vinagre o de agua y vino agrio. Podemos imaginar que la beberían bien fría si ello era posible. O que la mezclarían con miel, a la manera del oxýmeli (ojimiel), que es una bebida medicinal que también lleva sal marina y agua de lluvia, y que la mencionan Dioscórides, Ateneo y Plinio.
La cuestión es que la receta de posca no ha sobrevivido. Partiendo de esto, sólo podemos proponer interpretaciones. He de decir que se ha hecho muy popular la receta que propone Cathy K. Kaufman en su libro Cooking in Ancient Civilizations. La he encontrado reproducida hasta la saciedad en bibliografías y páginas de internet y es la siguiente: 1 taza y media de vinagre; media taza de miel; 1 cucharada de semillas de cilantro y 4 tazas de agua. Se trata de mezclar todos los ingredientes (las semillas de cilantro machacadas), hervir para que se disuelva la miel y colar las semillas.
La he probado y reconozco que es difícil de beber. El vinagre, pese a estar diluido, es demasiado fuerte y ni siquiera la miel lo suaviza. Ni dejándolo enfriar mejora.
Sin embargo, partiendo del hecho de que bajo el término “acetum” se esconde no solo el vinagre sino también el vino picado (todos los grados de transformación de uno en otro), se pueden proponer otras recetas. Hemos de imaginar que saldrán tantas soluciones de posca como tipos y calidades de “acetum” tengamos, lo mismo que la proporción de agua-acetum, la posibilidad de enfriarlo con nieve, los aderezos como especias o miel a disposición… No puede haber una única solución, una única receta de posca, como tampoco la hay en la actualidad de otras bebidas populares como el calimocho.
Sin más preámbulos, ahí va nuestra propuesta de posca:
Ingredientes:
- vino tinto (un vaso)
- vinagre de vino (una cucharada sopera)
- agua (muy fría), (cuatro vasos)
Elaboración:
En primer lugar debemos convertir el vino en algo que se pudiera considerar “acetum”. Para ello mezclaremos el vino con unas gotas de vinagre hasta que tenga un sabor de vino avinagrado. Lo mezclamos con agua y lo dejamos enfriar.
Resultado:
Sin ser ninguna maravilla, el sabor es aceptable. Se percibe aún el recuerdo del vino y no es tan agrio como si estuviera hecho solo de vinagre. Es como un vino flojo al estilo del tinto de verano. Es la mejor manera de reciclar un vino de calidad tirando a baja. Uno se puede imaginar las tabernas de mala muerte vendiendo este vino a precios muy bajos, o a los legionarios medio contentos teniendo cierto regusto de vino en boca. Si lo podemos consumir muy frío, está relativamente bueno. Sin embargo, no nos engañemos, la posca es apta básicamente para esos paladares (y estómagos) robustos muy resistentes a los encurtidos.
Aun así, beber posca, cualquiera que sea la receta que practiquemos, nos permite entender mejor el paladar de la antigüedad. Prosit!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy interesante voy a probar a hacerlo
ResponderEliminarTe felicito. Un artículo magnífico.
ResponderEliminarEl mejor que he leído al respecto incluyendo diarios y revistas especializadas.
Muchísimas gracias.
EliminarRica historia. Para mi desconocida.
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