lunes, 29 de abril de 2019

BACO, VINO, BAETULO: XV MAGNA CELEBRATIO

Cada año, el último fin de semana del mes de abril, la ciudad de Badalona se convierte de nuevo en la Baetulo romana que fue y celebra un festival que pretende dar a conocer su patrimonio romano: la Magna Celebratio.
Herma báquico. Museu de Badalona Foto: @Abemvs_incena
Esta edición está marcada por el protagonismo del dios del vino. Es la manera que tiene la ciudad y el Museu de Badalona de rendir homenaje a las piezas halladas hace dos años en las obras de la C-31. Una de ellas es una fantástica escultura, un herma hecho de giallo antico, que representa al dios Baco y que es todo un símbolo de felicidad y prosperidad, y un amuleto para alejar los malos espíritus. La pieza se puede visitar en la exposición Bacus, les màscares del déu, que organiza el Museu de Badalona, junto a muchas otras que sirven para repasar los significados, símbolos, orígenes y representaciones de este dios.
El culto a Baco llega a Roma entre los siglos III y II aC procedente de la Magna Grecia. Es la divinidad del vino, del teatro y de la fecundidad y se identifica con otros muchos dioses paralelos de otras culturas y de otras épocas: el griego Dioniso, el latino Liber Pater, el frigio Sabacio y muchos más.

En general, todos representan los aspectos más irracionales del ser humano, y también el acercamiento a los dioses a través del estado alterado de la conciencia que proporciona el alcohol. Era un dios terriblemente popular. Pero Grecia no siempre había rendido culto al vino. Mucho antes de establecer esta bebida como todo un símbolo cultural y un emblema de la civilización -por oposición a la barbarie-, Grecia rindió culto a la cerveza. Esto  nos lo explica todo un especialista como es David Moya (de la cervecería 4pedres), quien cada edición del festival prepara una cerveza artesanal de inspiración histórica, en colaboración con el Museu de Badalona. Partiendo de la etimología y de los hallazgos arqueológicos este año han elaborado una cerveza que es todo un homenaje al pasado oscuro e incierto de este dios.
Presentación cerveza Sabacius. foto: @Abemvs_incena
foto: @Abemvs_incena
Por una parte la etimología conecta una serie de conceptos con este dios y con el cereal para hacer cerveza o con una bebida de cereales (Bromios, Braites, Brytos); por otra parte la arqueología nos habla de contenedores de época minoica (hace 4.000 años) con restos de cereal para hacer cerveza. En concreto, los restos de hidromiel, vino y cerveza de época minoica son ingredientes los que han inspirado la de este año, que lleva por nombre Sabacios, en homenaje al dios frigio Sabacio, que se identifica con Dioniso-Baco.

escultura de máscara teatral. foto: @Abemvs_incena
La ciudad de Baetulo siempre tuvo buena relación con Dioniso-Baco. Baetulo era de las pocas ciudades que tenía un teatro, del cual quedan pocos restos enterrados bajo los edificios del centro de la ciudad. Se construyó durante el siglo II y las excavaciones aún nos tienen mucho que decir. Se sabe que el origen del teatro -Atenas, entre los siglos VI y V aC- se encuentra en las ceremonias de culto a este dios. Las obras teatrales se representaban durante las festividades consagradas a Dioniso, con danzas frenéticas, consumo de vino y representaciones de la muerte del dios con actores vestidos de faunos.


Por otra parte, la prosperidad de la ciudad de Baetulo se debió principalmente al negocio del vino, por lo que su relación con el dios Baco está más que consolidada. El vino de Baetulo, como el de toda la Layetania, era un vino abundante pero de calidad tirando a baja. Plinio el Viejo, autor del siglo I, nos dice que “entre los vinos de las Hispanias, los layetanos se han hecho famosos por su abundancia” (NH XIV,71), y Marcial, más o menos en la misma época, deja claro que es un vino flojo y ordinario, digno sólo de borrachines pendencieros que no saben apreciar los buenos caldos: “Pídele al tabernero vinaza laletana, si bebes, Sextiliano, más de diez vasos” (Epigr.I,26). Pero este vino malucho y flojo consiguió enriquecer a todo el territorio de los Layetanos, que abarcaba desde Barcelona (Barcino) hasta Blanes (Blandae), y especialmente a Baetulo, ciudad que centralizaba toda la producción. El negocio del vino se convirtió en el motor de la ciudad, una ciudad que se llena de esplendor desde la mitad del siglo I aC, y lleva prosperidad a todos los implicados en la producción y la exportación de sus vinos: comerciantes, negotiatores, terratenientes, alfareros...
En el interior de la ciudad, justo al lado del fórum, se hallan los restos de dos domus lujosas cuyos propietarios eran productores o comerciantes dedicados al negocio del vino. Se las conoce hoy día como la Casa dels Dofins y la Casa de l’Heura. En ambas quedan restos de la zona de trabajo destinada al vino, como los depósitos de fermentación. Aunque también quedan en pie las habitaciones, las pinturas, los mosaicos… pruebas de la bonanza económica de sus propietarios.
Casa dels Dofins (símbolos de Baco) Foto: @Abemvs_incena
El vino se producía en la misma Baetulo y en todo el territorio, donde el nuevo modelo de asentamiento rural, la villa, se impone. Una vez elaborado se envasaba en ánforas para su transporte y distribución. Estas ánforas, que se producían también en zonas cercanas, se cargaban en carros para su transporte por vía marítima.

ánfora Pascual 1. Museu de
Badalona Foto: @Abemvs_incena
Las ánforas que predominan en Baetulo son conocidas como modelo Pascual 1, y son más pequeñas y ligeras que las itálicas, toda una marca de identidad del vino layetano. Por cierto, las ánforas contenían sellos que proporcionan información sobre el productor o el comerciante. Es así como sabemos el nombre de uno de ellos: Marcus Porcius, un personaje bastante importante a finales del siglo I aC, hombre libre, relacionado estrechamente con Baetulo y con el mundo del vino. Su nombre, marcado en los sellos metálicos de las ánforas como M PORCI y M PORC, aparece documentado en más de 70 ánforas halladas en Baetulo. Gracias a los sellos de las ánforas sabemos también a dónde se exportaban estas. Durante la segunda mitad del siglo I aC el principal mercado era la Galia. Se transportaban hasta Narbona y desde allí se distribuían al resto de ciudades por transporte fluvial. El vino de Baetulo llegaba hasta la Gran Bretaña y el limes germánico. Cuando la Galia comienza a producir su propio vino la exportación cae en picado. Este momento, que coincide con el cambio de siglo, obliga a buscar nuevos mercados: ahora serán las tabernas de la ciudad de Roma las que servirán el vino barato de la Layetania. La prosperidad de Baetulo llegará hasta el siglo III. La relación de Badalona con Baco, afortunadamente, continúa.

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